- Un equipo de fútbol está formado por los jugadores y el entrenador.
- Un equipo de fútbol es un tipo de sistema que se mantiene para conseguir unos objetivos.
- Un equipo que no tiene una estructura definida no puede considerarse tal.
- Un equipo que no tiene unos objetivos definidos tampoco puede considerarse un equipo.
- Se denomina coaching al asesoramiento realizado por un agente involucrado, distinto del entrenador, que contribuye obtener los objetivos del equipo
- Un sistema conexionista es aquel en el que el funcionamiento de los componentes se realiza de manera simultánea, no secuencial, y además estos se relacionan entre sí de manera que no es posible adjudicar su rendimiento a ningún componente en particular.
- Un equipo de fútbol es un sistema conexionista.
- En un sistema conexionista el rendimiento no puede preverse de antemano mediante el análisis de la funcionalidad y características de sus componentes individuales. Esta propiedad del sistema se denomina “emergencia”. Esto se suele expresar diciendo que en un sistema conexionista optimizado “el todo es mayor que la suma de las partes”.
- Un equipo de fútbol es un sistema emergente.
- A partir de cierto grado de complejidad, un sistema conexionista puede presentar un rendimiento caótico. Un rendimiento caótico es aquel que evoluciona de manera diferente a partir de condiciones de partida similares. Por esta razón el rendimiento no puede ser nunca completamente predecible.
- Llamamos pseudocaótico a un comportamiento de naturaleza caótica pero que puede mantenerse controlado y orientado hacia unos objetivos o resultados.
- Un equipo de fútbol es un sistema conexionista, emergente y pseudocaótico.
El equipo como sistema
El equipo/Ejercicio
El entrenador
se incorpora al club esta temporada y recibe un equipo de primer año de
alevines, dentro de un club que participa en todas las categorías de las ligas
inferiores, desde benjamines hasta juveniles. ¿Cuál debe ser el primer paso en
el proceso de planificación de los entrenamientos?
a) Lo primero es pedir el
expediente de los niños que van a formar parte del equipo
b) El entrenador debe recabar información
urgentemente acerca de los padres de los jugadores, porque son siempre los que
más problemas dan
c) El
entrenador debe conocer en detalle los objetivos del club
d) El
entrenador debe organizar un partidillo entre los jugadores para ver qué nivel
hay
Se puede
pensar que el paso inicial es revisar el expediente de los niños, en caso de
que estén disponibles, para tener un conocimiento inicial de equipo. Sin
embargo, este no es el primer paso del proceso. El entrenador debe pedir al
club la lista de los objetivos de la temporada. El entrenador debe conocer
cuáles son los objetivos del proyecto del club. Aunque siempre existen
objetivos comunes a toda academia de fútbol, no siempre las prioridades son las
mismas. Por ejemplo, el objetivo del segundo equipo de alevines puede ser
diferente al del primer equipo. Seguramente este deberá trabajar la consecución
de resultados para garantizar una imagen adecuada del club, pero esto puede no
ser la prioridad del equipo de primer año. Otros clubes pueden priorizar el
objetivo “comercial”: garantizar la satisfacción de los padres que pagan la
cuota, por encima incluso de la necesidad de construir un equipo competitivo.
Sin embargo, dado que esta metodología considera la actividad deportiva como
una práctica competitiva, construir un equipo que obtenga los mejores
resultados posibles siempre será uno de los objetivos de la formación, aunque
este no sea el objetivo prioritario.
Estos
objetivos deben ser comprendidos y aceptados por los diferentes agentes
involucrados. Estos agentes son típicamente: la dirección del club, las
federaciones, los padres de los jugadores y los entrenadores. Sin embargo puede
haber más. Por definición, un agente involucrado es toda aquella persona o
institución que se vea afectada, positiva o negativamente, por el proyecto de
formación.
La definición
y consenso de los objetivos del equipo, preferiblemente mediante un documento
escrito, es una tarea fundamental que facilita y autoriza el trabajo del
entrenador durante el resto de la temporada de cara a todos los agentes involucrados
en la formación de los jugadores.
En un enfoque
de arriba a abajo, el entrenador decidirá qué identidad de equipo y qué
conceptos deberá trabajar prioritariamente para alcanzar esos objetivos.
Posteriormente deberá revisar los informes personalizados de los niños para
conocer las capacidades del equipo que va a dirigir. Conocidas las capacidades,
ya se pueden planificar los primeros entrenamientos basándose en los ejercicios
que refuercen los conceptos requeridos.
El equipo/Ejercicio
El media punta de un equipo de benjamines está realizando una temporada
irregular. Aunque es un jugador con mucha habilidad y capacidad de asociación y
resolución, en muchos partidos parece penalizarle su menor desarrollo físico
con respecto al resto de los chicos, y como consecuencia entra poco en juego y
contribuye de manera limitada al rendimiento del equipo. ¿Qué se debe hacer en
este caso?
a) El equipo no favorece el juego asociativo y
por tanto no está potenciando las cualidades del jugador, el cual está infrautilizado
e infravalorado. Los padres deben buscar inmediatamente otro equipo que se
adapte mejor al juego creativo de su hijo
b) Hay que trabajar el desarrollo físico del
jugador, ya que esta deficiencia está limitando su rendimiento y su crecimiento
c) Hay que mentalizar al niño de que debe
espabilar y ser más regular, ya que si no el año que viene no contarán con él y
esto puede crearle un trauma grave para toda la vida
d) Hay que analizar el plan de juego
La primera respuesta refleja una forma de pensar muy común en estos
casos, sobre todo por parte de los padres. El fútbol en todos sus niveles
constituye un ámbito feraz para las falacias del razonamiento. Algunas de los
más comunes son la disonancia cognitiva, la falacia de la creencia y la falacia
de la observación. Estas últimas consisten respectivamente en que tendemos a
interpretar lo que vemos de manera que confirme nuestras convicciones previas,
y que las evidencias que no estamos buscando nos resultan invisibles. La
primera consiste en el hecho de que los padres aceptarán muy difícilmente que
su hijo no sea uno de los jugadores destacados del equipo, y recurrirán a todo
tipo de indicios y razonamientos que sirvan para justificar sus propias
percepciones y expectativas. Un buen partido de vez en cuando servirá para
reforzar sus convicciones, y hacer olvidar inmediatamente una serie de
actuaciones más discretas. Esto es lógico e inevitable, ya que por la propia
naturaleza de la paternidad los padres verán siempre a su hijo como una persona
única y especial. Los entrenadores y formadores deben asumir y entender este
hecho como una particularidad común a toda persona: de hecho ellos mismos caerán
en este tipo de sesgos desde el marco de sus propias creencias y percepciones. Los
estudios efectuados en las últimas décadas (ver Referencias [3]) demuestran que
todos cometemos este tipo de falacias del razonamiento, por muy conscientes que
seamos de su existencia y a pesar de nuestros esfuerzos por realizar
evaluaciones objetivas.
La opción de contemplar un cambio de equipo no es la más adecuada en
primera instancia. El equipo es un sistema emergente y pseudocaótico: en
general no es posible prever el rendimiento del mismo a partir de las
cualidades de sus jugadores. Sin duda hay otros equipos que juegan de manera
diferente, pero no hay nunca garantías de que en otro equipo el jugador vaya a
rendir de forma óptima. El cambio es siempre una apuesta cuyo riesgo hay que
medir cuidadosamente.
La respuesta b) es mejor porque aborda el problema desde un punto de
vista más constructivo: trata de trabajar mejoras en lugar de pretender que el
azar lo resuelva. Sin embargo en esta edad no podemos concluir que su menor
desarrollo físico sea un factor limitante: esto podría ser cierto más adelante,
cuando ese desarrollo ya esté más o menos maduro. Cada niño tiene su propio
ritmo de maduración, que el ciclo formativo debe gestionar y respetar. Mientras
esa maduración se produce, es más apropiado potenciar esas cualidades en las
que el niño ya muestra mayor capacidad y madurez. Este tratado sostiene que la madurez
intelectual del niño se puede trabajar al máximo, es espera de la madurez
orgánica, que debe seguir su ritmo propio y natural.
La respuesta correcta es la d). Hay que analizar cómo puede el niño
adaptarse mejor al plan de juego del equipo, o también cómo se podría modificar
este para aprovechar mejor las cualidades de aquel. La primera opción es
normalmente más realista y más formativa: si el niño no está participando lo
suficiente, quizás debiera trabajar su adaptación al juego del equipo, por
ejemplo mejorando su capacidad de recuperación de balones, contribuyendo un
poco más en defensa, corrigiendo su colocación o mejorando su capacidad en el
cuerpo a cuerpo, en la protección del balón y en el choque.
La respuesta c) corresponde a un tipo de pensamiento muy común entre
los padres, que surge de sus propios miedos, y que se puede contagiar al niño
de forma antinatural. Las acciones de formación no pueden estar determinadas
por el temor al fracaso o a la frustración. La formación es un bien en sí
mismo, y la práctica del fútbol es una herramienta para desarrollar esa riqueza
de la persona y de la edad. La participación en un equipo concreto es un medio,
no un fin. Si el medio falla, se deberán encontrar otras vías para seguir
trabajando los beneficios de la formación y del deporte. El potencial de
aprendizaje de un niño es ilimitado y las oportunidades para desarrollarlo,
innumerables. El miedo a la frustración y al fracaso es una amenaza a ese
potencial: protejámosles de esa amenaza a toda costa.

